jueves, 6 de mayo de 2010

AMOR SALVAJE


Ah, que nidada de caricias salvajes descubri­!
Guardadas en tu bosque desde el alba del mundo,
esperaban la mano que llegara a arrancarlas,
la mirada que las volcara sobre tus venas todas,
el temblor que iniciara tu espasmo y tu locura.

Vaiven en tus pupilas despertadas,
ojos que danzan al ritmo de los hombros,
larga piel en su rai­z estremecida,
la ansiosa estalactita del deseo,
caracol que se incrusta en las orejas;
tus ojos subitos, terribles. ¡Ah tus ojos!
Y locura, embeleso y mas locura.

¡Pantera que se escapa, cervatilla rendida,
la sierpe envolvente de tus brazos,
abrazo de mil lianas zarpadoras,
largo cesped donde los senos nacen,
ensenada candente de los muslos,
playa con la blanca tersura de tu vientre.
Y locura, ternura y mas locura.

Cadencia resonante de musicas selvaticas,
tambor noctambulario suena sobre tu espalda,
la flauta imperceptible del suspiro,
largos gemidos de destrozados labios,
y el grito sempiterno tan guardado,
al fin la noche rompe en agudos pedazos.
Y locura, cadencia y mas locura.

Cavernas, grutas, lagos, musgos leves;
hongos colgantes, zarzas en tu boca;
frutos ignotos, zumos descubiertos;
mieses en la alborada, sed que ya se apaga;
venas que se rebelan, sangre libertada;
yegua ululante, jinete que espolea.
Y locura, locura y mas locura.

¡Ah que nidada de caricias salvajes descubri­!
¡Y que voces intactas en tus pri­stinos fondos!
¡Y que flores que se abren al tacto de mis manos!
Salvaje mi­a; ¡amame asi­, envuelveme en tu bruma!
¡Y bebamos del manantial de esta locura primitiva!

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