lunes, 26 de abril de 2010

Amor


Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte
la leche de los senos como de un manantial,
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte
en la risa de oro y la voz de cristal.
Por sentirte en mis venas como Dios en los ri­os
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal,
porque tu ser pasara sin pena al lado mi­o
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-.

Como sabri­a amarte, mujer, como sabri­a
amarte, amarte como nadie supo jamas!
Morir y todavi­a
amarte mas.
Y todavi­a
amarte mas
y mas.


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