miércoles, 14 de abril de 2010

La mujer que amo

A este hombre
muchas noches lo he besado,
me he adueñado de su cuerpo,
y sin pausa me he bebido su calor,
sus caricias, su silencio…

Sus manos, me han llevado a un mar profundo,
y me han bañado en aguas nuevas de deseo.

Dos frondosos bosques guardan en secreto
aquellos ojos, esos ojos de miel espesa
que se pega aqui­ en mi pecho,
cuando a 500 kilometros lo amo,
lo acompaño o lo recuerdo.
De pronto por alli­ se me esconde,
y se va lejos, muy lejos,
a sus pueblos de hombre solo,
a sus pueblos de tormento…
y yo, solo espero,
espero a que vuelva alegre,
gracioso, mi­o, contento,
solo espero.

Sin verlo a este hombre yo lo siento,
y cuando me duermo entre sus brazos,
me entrego a la muerte de mis sueños,
donde mi vida se queda suspendida, entregada
a la felicidad, al abandono de ese momento.

Me prendo de su alma
y alli­ me quedo,
meciendome en esta vida,
esta vida mi­a tan llena de su vida.

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