martes, 27 de abril de 2010

SE AMABAN


Se amaban. En la oscuridad sus cuerpos
pareci­an fantasmas. Se amaban y en el cual1to
sus vestidos vaci­os eran como los arboles
desnudos del jardi­n en un di­a de niebla.
Pero ellos se amaban. Habi­an encendido un cigarrillo
y fumaban los dos, cuidando siempre
de colocar los labios en el hueco
que dejaban los labios, asi­ como besandose.


Procuraban que nada separase sus cuerpos.
No haci­a falta hablar. Lo habi­an dicho todo.
Solo los ojos parpadeaban a veces
sin luz, buscando los contornos
del otro cuerpo amado. y luego
se estrechaban de nuevo los dos cuerpos
y se enlazaban y los dientes ansiosos
encontraban la carne y estallaban las luces
en la pared del fondo. Y el cuerpo no queri­a
perder el otro cuerpo. Y el tiempo aceleraba
el corazon y se oi­a una musica lejana
y el silbido de un tren en la estacion del Norte.
Se amaban. Inventaban de nuevo la razon de existir.
Sus bocas respiraban con el nuevo compas
y sus manos yaci­an, ya agotadas, sobre el cuerpo
infinito del amante, en la sombra.
Fuera quedaba todo. La vida era el amor.
Lo real era el cuarto, con sus sillas
al fondo, un espejo, un viejo candelabro
y un reloj que marcaba siempre la hora de llegar.
Se amaban. Todo estaba muy claro.
Sobre el mundo, por todo, se segui­an amando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario